Somos adultos y (también) queremos vivir.

 

Los niños, nuestro futuro. Pero somos adultos y (también) queremos vivir.

Leyendo un poco por internet, podemos leer los siguientes consejos respecto a la crianza de los pequeños:

  • Un ejemplo vale más que mil sermones.
  • Comunicación, diálogo, comprensión.
  • Límites y disciplina, sin amenazas.
  • Dejarle experimentar aunque se equivoque.
  • No comparar ni descalificar.
  • Hay que reconocer nuestras equivocaciones.

Algo que también leemos y escuchamos constantemente, son todas las cosas que hay que tener en cuenta para con ellos,

  • ¿Qué tipo de educación recibirán?
  • ¿Calidad tienen los alimentos que ingieren?
  • ¿Aditivos químicos tienen los productos que exponemos su piel?
  • ¿Cuántas horas deben dormir?¿y estar al sol?
  • ¿Es normal que hagan esto o aquello?
  • ¿Debo llevarle al psicólogo por que «… «?

Estas reflexiones me vinieron a la mente, no porque piense en ser madre, si no por algo más tonto y sin importancia: en la piscina comunitaria de mi piso pusieron el aviso de que a partir del 1 de Agosto se iniciarían un número de normas a cumplir con tal de preservar la convivencia en zonas comunes.

Las normas eran claras, pero puntualizaré dos,

  • El horario de entrada y de salida
    • Este punto dice que, la entrada a la piscina es a las 9.00 de la mañana y 21.00 de la noche el último baño. Estando en plena ola de calor cualquiera diría que es un sin sentido; sin embargo, todos lo cumplimos a rajatabla dado que no queremos ser tachados por esos vecinos pesados.
    • Cuando digo todos, me refiero a todos los seres humanos mayores de 5 años, por que si eres menor, se entiende que tienes calor y es inevitable que estés fuera de esas horas en la piscina. Por tu salud y por la de tus padres.
  • Prohibido realizar fiestas en las zonas comunes.
    • Este otro punto creo que tampoco admite discusión, todo el mundo entiende qué es una fiesta y qué no.
    • A excepción que tengas a los amigos de tus hijos en casa, que entonces puedes tener a las 9 de la mañana de un domingo a 10 niños llorando en la piscina.

Y en general, no pasa nada. Es decir, son niños. Son nuestro futuro. Pero… ¿y nuestro presente?¿qué pasa con los adultos?¿con ese señor que llega a trabajar a las 19,00 de la tarde?, ¿alguien se preocupa si come bien?¿si descansa?¿qué lleva la comida que ingiere?¿tiene calor?¿puede estar con 10 amigos en zonas comunitarias hablando de sus temas un domingo por la mañana?¿todos los productos que utiliza llevan el mínimo de químicos posibles para evitar posibles problemas dermatológicos?¿alguien le motiva en su trabajo?¿alguien cumple con él el listado de la parte superior de este artículo?. Pero somos adultos y (también) queremos vivir.

En cambio, la adversidad forma parte de la vida, y nuestros hijos tendrán que enfrentarse a ella si queremos que desarrollen habilidades que serán necesarias para que continúen su camino.

Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos. Ann Landers

En el fondo, ¿nos importa nuestra felicidad…

o solo intentamos que los niños sean felices con tal de que no sepan en qué mundo vivimos o qué clase de vida van a tener cuando sean adultos?¿edulcoramos su infancia en vez de velar para que su vida adulta sea feliz?. Y no, no hablo de pegarles para prepararles para la vida dura que van a tener en la mina.

Espero que no se mal entienda esta entrada, no odiamos a los niños, nos encantan los niños, pero también queremos restaurantes sin niños, hoteles sin niños, y vida sin niños, no por que sean un problema, si no por el nivel de tolerancia máxima que hay a su alrededor para evitar educarles. 

Muchos padres hacen lo que sea con tal de evitar que sus hijos sufran cualquier tipo de incomodidad, ansiedad o decepción; cualquier cosa poco agradable. Y, como consecuencia, cuando se hacen adultos y experimentan las frustraciones normales de la vida, piensan que el mundo se les viene encima, que hay algo que va mal, muy mal.

Este tema es común, ¿cuántos hemos dicho » a mi mis padres me habrían castigado si hubiera corrido como un león tras una gacela en un restaurante»? Sin embargo, cuando somos padres, criamos a nuestros hijos entre algodones por que ya estamos nosotros suficientemente jodidos como para joder a las pobres criaturas del señor. Pero somos adultos y (también) queremos vivir.

En el fondo, lo que se pretende con este artículo, no es criticar a los padres, si no invitar a la reflexión con que no es necesario permitirles todo a los niños, ni material, ni sentimental, ni en la vida común, pero, sobretodo, a preocuparnos de nosotros mismos como hacemos con nuestros pequeños, preocuparnos de nuestros semejantes como nos preocupamos de otros niños, y de nuestros mayores aún sin ser de nuestra familia. Y bueno, que no aceleres porque en mi coche no haya niños, que yo también quiero vivir.

Eso, y que no me gustan los niños gritando en la piscina a las 9.00 de la mañana los domingos. ¡Pero somos adultos y (también) queremos vivir!.

¡Te comparto más pensamientos!