La distinción (podríamos llamarle “pelea” en ciertos ambientes y “debate” en otros) entre el físico y el estado salud de la población ha ocupado muchas páginas, libros, revistas y más de una publicación en redes sociales. Aunque unos son firmes defendiendo que el físico no está relacionado con su salud (positiva o negativa), la ciencia se pronuncia en un sentido claro: hay diferentes factores que afectan a la salud, sin embargo, a un mayor porcentaje de grasa corporal, mayor riesgo de sufrir enfermedades. Bat(man) vs WAT

Este debate presiona a científicos para continuar investigando sobre los tipos de grasa y su funcionamiento. Gracias a ello, en 2009 el New England Journal of Medicine relacionaba a personas con sobrepeso u obesidad mórbida con una menor cantidad de grasa parda. Recientemente, un nuevo trabajo de 2021, llevado a cabo por un equipo de la Universidad Rockefeller y publicado en Nature Medicine, confirmaba la incidencia de personas con obesidad y una casi nula, actividad de grasa parda. Tras analizar a casi 52.000 pacientes, se concluyó que a más grasa marrón menos problemas de hipertensión, enfermedades cardiacas y metabólicas, como la diabetes y el hígado graso.
WAT vs Bat(man)
En el cuerpo humano coexisten dos tipos de grasas que, gracias a su pigmentación, se pueden dividir en dos tipos,
El tejido adiposo blanco (WAT) Es el principal almacén de energía del cuerpo, se localiza en la mayor parte de los órganos como el tejido adiposo subcutáneo y el tejido adiposo visceral. Una de las características más notorias, es que interviene en la regulación de las hormonas leptina y adiponectina, que participan en la regulación de la saciedad y la sensibilidad a la insulina, tanto para decirnos que ya estamos saciados como para decirnos «¡sigue comiendo!».
El tejido adiposo pardo (BAT y de ahí, el título del artículo que nos ocupa), a diferencia del anterior, se localiza en los depósitos graso interescapulares, supraclaviculares, suprarrenales, pericardiales, para-aórticos, alrededor del páncreas, riñones y tráquea, principalmente. Abunda particularmente en la espalda del neonato, y le protege en la regulación del calor y hasta hace un par de décadas se pensaba que desaparecía en adultos.

Imagen 2. Tejido adiposo pardo perirrenal de los músculos (ratón). Imagen procedente de la página web del Departamento de Biología Funcional y Ciencias de la Salud (Universidad de Vigo), 2018.
Termogénesis y ritmos circadianos
Bat(man) se caracteriza como una de las herramientas que realiza el gasto de energía termogénico, dada su función de termogénesis, especializada en disipar la energía química, proporcionando una defensa natural contra el frío. Sus células envían una señal a través del sistema nervioso simpático para aumentar la producción de rBAT en grasa blanca y mantener la temperatura normal del cuerpo. Es decir, para que el cuerpo queme/oxide grasa de forma autónoma, deberemos bajar la temperatura del mismo.

Gracias a imágenes por resonancia magnética, en diversos estudios relacionaron el correcto control del ritmo circadiano o la exposición al frío como un factor clave en la regulación del gasto enérgico y en la oxidación de BAT, cuyo resultado final es la disminución de grasa corporal.
La producción de calor en Bat(man) depende principalmente de la actividad de la proteína desacopladora (UCP1), que «desacopla» el transporte de protones a través de la membrana mitocondrial interna de la síntesis de ATP. La eliminación de UCP1 ha revelado otras fuentes de producción de calor en BAT, incluidos los ciclos dependientes de creatina y un ciclo inútil de Ca2+ entrando y saliendo del retículo endoplásmico a través de los receptores SERCA y de rianodina.
La producción de calor de BAT está regulada también por la catecolamina norepinefrina, que se libera de las terminaciones nerviosas simpáticas y se une a los receptores adrenérgicos que se expresan abundantemente en BAT.

Sin embargo, desentrañar cómo se regulan los ritmos circadianos en diferentes tejidos metabólicos y en los órganos endocrinos (como se considera Bat(man)), se ha convertido en un importante foco de investigación.
Numerosos estudios tratan la importancia del mismo en el metabolismo energético de los mamíferos, donde se muestra que la exposición experimental a un fotoperíodo corto de 8h previene el aumento de peso en ratones de campo, estimula el crecimiento de BAT y el potencial termogénico. Por el contrario, exponer ratones a un fotoperíodo prolongado disminuye la actividad metabólica de BAT, como lo demuestra la absorción fuertemente reducida de FA y glucosa derivados de TG por BAT, lo que resulta en un aumento de la deposición de lípidos en WAT.
Estudiando el ARN, se encontró que aproximadamente el 8% de todos los genes que codifican proteínas en BAT fluctúan en un ciclo de 24h, el doble que en WAT. Por lo que no solo hay que conseguir bajar la temperatura corporal, también hay que respetar las horas solares.

CONCLUSIONES
En mi opinión, el descubrimiento de BAT en humanos adultos generó interés como diana terapéutica para combatir enfermedades metabólicas y cardiovasculares, sin embargo, el principal desafío es comprender cómo los factores reguladores se combinan entre sí con los factores inhibitorios para controlar la producción de calor de BAT anteriormente mencionada.
Quedan dudas sobre hasta qué punto se puede activar el BAT clásico en humanos y si la investigación debería continuar esa línea o bien, centrarse en el «oscurecimiento» del WAT para conseguir que la quema de grasa sea más sencilla.
No obstante, independientemente de cuáles sean los tejidos, la evidencia acumulada sugiere que los adipocitos termogénicos en los depósitos adiposos humanos pueden reclutarse y/o (trans)diferenciarse en respuesta a estímulos específicos; es por ello que el equipo de la doctora Yu-huan Tseng desde Harvard*, está trabajando en el desarrollo de un fármaco que consiga estimular el BAT, obteniendo así los beneficios y permitiendo, en gran medida, olvidar, los ritmos circadianos y la termogéneis propia del cuerpo para combatir el sobrepeso, así como enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
Vamos que respetes las horas de sol, que te sometas al frío, que hagas duchas frías, que camines con frío y si puedes darte una ducha fría antes y después de tus minutos de sauna caliente, mejor.
Bibliografía
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